¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? de Lorrie Moore

Sinopsis: 

"Berie y Daniel están de viaje en París. Son un matrimonio anquilosado, comparten una serie de instrucciones implícitas que intentan evitar peleas, o al menos mitigarlas. En una cena, entre bocados de seso y copas de vino, mucho vino, Berie intenta recordar, como si existiera una suerte de reflejo proustiano, su adolescencia en Horsehearts, la casa invadida por exóticas visitas, la estricta convivencia con sus padres y su querido hermano Claude, su trabajo como cajera en el parque de diversiones Storyland y, sobre todo, su amistad con la encantadora Silsby Chaussée. Con un sagaz sentido del humor, Moore construye una historia conmovedora que se detiene en el momento exacto en que una niña se convierte en mujer, ese tiempo en el que todo es una posibilidad y la amistad dura para siempre."

El día que me picó el bichito de la lectura en ésta cuarentena corrí a la librería más cercana (y una de las pocas abiertas en el barrio de Palermo) a buscar un libro en particular que ansiaba leer. Al llegar me encontre con el chasco de que no lo tenían, así que mientras rebuscaban y yo ya me había dado por vencida fui a preguntarle a una de las chicas encargadas que me recomendara algún libro. Cualquiera, le dije, alguno que te haya gustado. ¡Y es que no quería irme de ahí con las manos vacías! Y de entre tantos libros que me fue dejando entre los brazos, éste fue el que más rápidamente llamo mi atención. No por su portada, ni su espesor realmente (175 páginas me pareció muy poco, pero no me dejé engatusar) sino porque tal y cómo me lo había presentado la chica sonaba muy parecido a lo que había ido a buscar. 

Lo cierto es que una vez que llegué a mi casa y comencé con la lectura me di cuenta de que no tenía nada que ver con lo que yo esperaba. Aún así, lo leí bastante rápido. No tiene una lectura del todo ligera, pero es lo suficientemente emotivo como para engancharte rápidamente en su narración. 

Como dice en la sinopsis, nuestra protagonista yace en un matrimonio que está en sus últimas; ya siendo ella una mujer mayor y un poco desolada comienza a recordar (y nosotros a leer) sobre su infancia y adolescencia en aquellos años 70s tan alocados, donde ser una adolescente que todavía no se había desarrollado por completo y virgen era casi que un problema. Para su suerte, la protagonista estará casi todo el libro acompañada por una de sus amigas quien, casi que en contrapuesto a ella, con sus pechos ya florecidos, sus hombres siempre pendientes y una caja de cigarrillos siempre en el bolsillo, introducirá a ésta chica en un mundo realista un poco crudo y divertido.

Tuve sentimientos encontrados con ésta novela. A medida que vamos leyendo la novela va intercalando partes del presente entre sus recuerdos, y ésta sensación de añoranza y melancolía con la que la autora nos va narrando su pasado nos hace caer en leer sobre una persona infeliz. Infeliz en su matrimonio, infeliz en sus propios pies. Y es ésta forma tan angustiosa de recordar su pasado feliz lo que me hizo sentir ésta especie de vacío por dentro: como si después de concierto de rock and roll volviera a un presente fastidioso y aburrido, triste y sinsentido. Doloroso. De esa forma dolorosa con la que escriben las personas mayores, las personas que ya han vivido tantas cosas.

No era lo que esperaba, honestamente, pero no por eso voy a bajarle el "puntaje" imaginario que esperaba darle; porque aún así disfruté mucho de su lectura. ¡Y es que no pude soltarlo de principio a fin! Le dediqué una noche y ya me lo había terminado. 

Creo que mi parte favorita fue aquella entonación de época. Personalmente encuentro muy interesante esa época, esa juventud, con sus bandas de rock, su marihuana, el sexo en el verano y los shorts Wrangler. Me pareció muy entretenido leer todas las aventuras de éstas dos jóvenes, y sentí un nudo en la garganta al llegar al final. 

Recomiendo su lectura si te gusta éste tipo de temática.